Conducir de noche es más peligroso que conducir de día debido a que las condiciones de iluminación son peores. Esto hace que se calculen peor las distancias y los obstáculos de la carretera. Todo ello contribuye a que el cerebro tarde más en tomar una decisión ante cualquier eventualidad, aumentando el tiempo de reacción habitual del conductor. Recogemos aquí una serie de consejos para mejorar tu conducción nocturna.

Con los años, las personas que conducen de manera habitual se ponen al volante de su vehículo sabiéndose conocedores del funcionamiento del mismo. Algo que, sin duda, redunda en la seguridad del conductor. Igual que caminar se lleva a cabo de manera inconsciente (no pensamos en que tenemos que mover una pierna después de la otra ni calculamos la zancada que debemos dar si queremos avanzar más rápido) también conducir se vuelve una actividad de alguna manera “inconsciente”. No se entendería que hubiera que pensar en la posibilidad de pisar el embrague cada vez que se quisiera cambiar de marcha o barajar las probabilidades de éxito al pisar el freno para reducir la velocidad. Los conductores toman estas decisiones casi por instinto.

Sin embargo, lo que llamamos instinto está estrechamente ligado a una buena percepción de lo que sucede alrededor. Gracias al sentido del oído podemos oír el sonido del motor, deducir si se acerca una motocicleta o si nos pide paso una ambulancia. Y, sin duda, la vista es la que envía al cerebro la información más relevante y la que provoca que éste, en función de la misma, tome una u otra decisión y lo haga lo más rápido posible.

Obtener la mayor y mejor información de lo que sucede en torno al vehículo es fundamental para que el cerebro tome la decisión más acertada con tiempo suficiente.

En definitiva, el sentido de la vista es fundamental para lograr una conducción segura.

 

Conducción nocturna

Las condiciones de iluminación por la noche son menores que las del día. La ausencia de luz solar hace que la visión sea peor ya que los obstáculos y las distancias se perciben de una manera diferente. Menos nítida o precisa.

Para minimizar los riesgos que se derivan de conducir de noche (los accidentes de tráfico nocturnos son los que registran una letalidad más elevada y el 27,5% de los siniestros en carretera se producen en condiciones de iluminación insuficiente) es importante seguir una serie de consejos:

  • Mantener todas las luces en perfecto estado. Es conveniente limpiar los faros de manera regular para asegurar una correcta iluminación de la carretera.Conocer y utilizar el reglaje de los espejos para evitar el deslumbramiento que pueden provocar los vehículos que circulan detrás.
  • Vigilar el descanso de los ojos. Con menos luz, los ojos tienen que esforzarse más para captar las imágenes y eso hace que los ojos se cansen. Para darles un descanso, es conveniente parar cada dos horas aproximadamente.
  • Si se utilizan gafas graduadas, es importante pasar revisiones periódicas para saber si la graduación es correcta o se ha modificado. En ese caso hay que cambiar los cristales para lograr la mejor visión posible. Los cristales antirreflejantes también contribuyen a lograr una conducción más confortable y relajada, minimizando la fatiga ocular.
  • Reducir la velocidad. A menor iluminación mayor suele ser el tiempo necesario para lograr una visión correcta. De este modo, el tiempo de reacción ante una eventualidad se incrementa. Para mejorar la seguridad, de noche es aconsejable, especialmente con mala iluminación, reducir la velocidad.

Si, a pesar de seguir todos estos consejos, se sienten síntomas de fatiga ocular (lagrimeo, visión borrosa, pesadez ocular…) el conductor debe evitar seguir conduciendo y descansar hasta que se hayan pasado los síntomas señalados. En ocasiones es preferible buscar un lugar para dormir y continuar la conducción al día siguiente.